Sin llegar aún a una conclusión definitiva, los astrónomos intentan entender la naturaleza de una serie de enigmáticas señales procedentes desde los confines de nuestra galaxia o incluso más allá.
Se trata de las denominadas ráfagas rápidas de radio (FRB, por sus siglas en inglés), descubiertas por primera vez en el año 2007 por el observatorio australiano Parkes. Resultan ser estallidos brillantes de radio cuya duración se limita a una fracción de segundo y jamás se repiten. Debido a lo tenue de la inusual señal, los científicos especulan con que se trata de un fenómeno llegado desde una distancia de miles de millones de años luz.
El debate que por entonces se desató acerca de si las señales FRB eran originadas en el cosmos o si, en cambio, correspondían a un efecto climático único de la zona de Parkes, terminó por definirse hace unos años. Desde su primera detección, las FRB se han registrado al menos siete veces más, incluyendo las percibidas por el telescopio de Arecibo en Puerto Rico, en 2012, lo que finalmente terminó por descartar la hipótesis de interferencias climatológicas.
Sin embargo, las preguntas acerca de su procedencia, la distancia que recorren y qué son exactamente, aún persisten. Mientras tanto, las sugerencias científicas sobre sus posibles orígenes se centran en estrellas jóvenes de masa reducida, o la colisión de estrellas de neutrones.
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