miércoles, 3 de septiembre de 2014

El enigma de los tres astronautas soviéticos que aterrizaron muertos y sonriendo

El enigma de los tres astronautas soviéticos que aterrizaron muertos y sonriendo
El enigma de los tres astronautas soviéticos que aterrizaron muertos y sonriendo

Soyuz XI es el nombre de la primera misión espacial tripulada que logró habitar una estación espacial, la Salyut I. Lanzada el 6 de junio de 1971 y regresada a la Tierra el día 29 de ese mismo mes, rompió por entonces un nuevo récord de permanencia en el espacio.
Durante su retorno a casa, la nave soviética logró poner en funcionamiento su novedoso sistema automático de aterrizaje, lo que tranquilizó a los ingenieros en la base terrestre, a pesar de haber perdido contacto con la tripulación durante los últimos minutos de la maniobra: los astronautas Vladislav Vólkov, Gueorgui Dobrovolski y Viktor Patsayev estaban finalmente a un paso de volver a casa y todavía nadie imaginaba que, en aquel preciso instante, comenzaba a originarse uno de los mayores misterios de la historia aeroespacial.



El enigma de los tres astronautas soviéticos que aterrizaron muertos y sonriendo

Aún sin contacto directo entre la base y la astronave, todos los sistemas indicaban un normal desarrollo de la etapa de ingreso a la ionósfera y la tripulación aterrizaba según lo previsto. Sin embargo, una vez en tierra, los técnicos se sorprendieron cuando, al abrir la escotilla, pudieron ver a los tres astronautas sonreír, pero sin hacer el más mínimo ademán de saludo, ni movimiento alguno: todos ellos estaba muertos.
A partir de entonces se sucedieron las múltiples hipótesis que intentaron explicar por qué la tripulación del Soyuz XI se encontraba muerta aunque sin el más mínimo rasgo de haber atravesado una situación de riesgo durante el aterrizaje. Sus cuerpos no presentaban deformación alguna y lejos de haber fallecido con miedo, sus rostros sonreían plácidamente.

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Mientras que en un principio se especuló con que la cabina habría atravesado una circunstancia de descompresión repentina, las autopsias revelaron ausencia de hemorragias internas. Los exámenes también permitieron descartar una trombosis, e incluso un cuadro de pánico, que derivara en un paro cardíaco; de hecho, la enigmática sonrisa en sus rostros sólo reflejaba felicidad.
El último intercambio de palabras entre la tripulación y la base terrestre quedó debidamente registrado: “Aquí Yantar” – dijo Dobrovolski – “Todo va perfectamente a bordo. Estamos en plena forma. Preparados para el aterrizaje. Ya veo la estación. Brilla el sol”. “Hasta ahora Yantar” – respondió el control en la Tierra – “Pronto nos veremos en la Patria”.

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